Centro ecuestre Caballerizas Bikuña


La relación entre el ser humano y el caballo existe desde fechas inmemoriales. Ir a lomos de un caballo, nos permite ver la naturaleza con otra óptica, ya que entonces nos sentimos más integrados en ella, viviéndola más a fondo y disfrutando de unas sensaciones indescriptibles... Recorrer los pueblos contemplando la arquitectura típica alavesa, y hablar con sus vecinos... es una buena terapia contra el stress.

Todo ello se acentúa cuando el entorno acompaña, este es el caso de los alrededores de Vicuña, un pueblecito que se halla en la Llanada Alavesa, entre las sierras de Entzia, Urbasa, y Urbia y cerca del Pantano de Albina.

Dicho lugar cuenta con una gran riqueza de vestigios históricos como los dólmenes de Aitzkomendi (Egilaz) y Sorginetxe (Arrizala)... así como interesantes obras románicas (pinturas de Gazeo y Alaitza...), ruinas del castillo de Gebara... entornos naturales como la cueva de La Leze, Túnel de San Adrián (antiguo Camino Real y Camino de Santiago), Campas de Legaire donde se ha venido conversando el pastoreo como a la antigua usanza, frondosos robledales y hayedos por doquier, los nacimientos de los ríos Zadorra, Araia y Urederra siempre acompañados de manadas de caballos que corren en libertad, rebaños de vacas y ovejas que nos hacen desconectar totalmente de nuestros quehaceres cotidianos... En Bikuña se encuentran las Caballerizas Vicuña que viene trabajando en todas las disciplinas del mundo del caballo desde hace más de 15 años, y más especialmente en el turismo ecuestre.

Además de los cursos de equitación y de los paseos por el entorno, cada año nos lanzamos a la aventura y recorremos antiguos caminos y rutas atractivas por su significado histórico, cultural y paisajístico (Ruta del Cid, Camino de Santiago, Ruta de Trashumancia, Cañadas Reales, Ruta del Vino y del Pescado...).

Resumen de la excursión del 23 de Mayo (2009)

El finde empezó expectante con la visita desde el viernes de Javi e Ignacio a Gasteiz...al final los hemos desterrado y no podrán pisar denuevo tierras alavesas hasta el próximo día 14 de junio

Sí, la próxima excursión es el domingo 14 de junio, domingo para que Alfredito pueda venir a la última excursión del curso escolar...

En julio vacatas, y a finales de agosto Lorenzo nos propuso una excursión de 3 días a San Millán de la Cogolla (La Rioja) (ida...la vuelta en camión y vehículos). Está todo sin concretar...ya nos contará!!

Por lo demás la excursión familiar del sábado fue una gozada...Jesse, Ignacio, Javi, Felix, Lorenzo, Juanjo, Jordi y servidora...el traidor de Edgar se volvió a medio camino con la excusa de que tenía una comida en Vitoria...pero todos sabemos que se fué porque las previsiones daban mucha pero que mucha lluvia...y al final na de na...hizo un día fantástico, fuímos a La Leze, luego Araia (parada a comer en el bar de Endi -que nos cuida de lo lindo- cafelito charleta) y rumbo al Nacedero del Río Zirautza, luego vuelta por los pueblos...visita a la finca de Alfredo y Bikuña...

A los demás os echamos de menos, pero de vez en cuando ir en petit comité es una gozada...y eso que Lorenzo me ha dicho que estoy "amariconando" a los chicos, que ya no son rudos...que los estoy contaminando con mi dulzura...¡anda ya!!!!! Si la que se está convirtiendo en una "chicazo" soy yo...vamos que le grité a Javi eso de ¡ese culito que no pase hambre!...chicas, no me volváis a dejar solas que me ponen a mover piedras!!!

Zuki

WILD WEST BIKUÑA CITY

¡No te lo pierdas! El 20 de Septiembre celebremos la que pretende ser una fiesta western con todas las de la ley en Caballerizas Bikuña. Anímate a acudir y a participar.
Visita la web habilitada al efecto, para más información:

Excursión a caballo Bikuña-Zudaire-Bikuña

El día 21 de Junio (sábado), a las 9,30 horas de la mañana, 19 aguerridos jinetes e intrépidas amazonas se reúnen en las instalaciones de Caballerizas Bikuña (Alava) iniciando los laboriosos preparativos para el desarrollo de una marcha de ida y vuelta, de dos días de duración, a la localidad navarra de Zudaire, distante unos 35 kilómetros, en lo que promete ser al mismo tiempo que una bonita excursión, una apasionante aventura y sin duda un reto físico en especial para los mas talluditos.

El grupo heterogéneo, compuesto por personas de distintos orígenes y edades y procedentes de las tres provincias vascas, resulta tan variopinto en su composición como unido en su común afición, lo que le convierte en una explosiva y bulliciosa entidad con vida propia donde el jolgorio, la chanza sana y la incondicional camaradería arropan en cariñoso abrazo a todos sus componentes.

Un sol, ya casi desconocido por esta geografía, parece querer anunciar la efectiva llegada del verano, mientras con vigor creciente se encarama al azul rubicundo cielo despejado, cuando el grupo comienza la ascensión de las primeras rampas de la sierra de Urbasa, a través de la cual discurrirá la mayor parte de nuestro recorrido.

Habitualmente al placer de la marcha, se le añaden las pequeñas incidencias a la hora de abrir y cerrar las puertas que controlan los espacios ganaderos, función que de forma casual y aleatoria se encarga de realizar cada jinete a su manera, unos a caballo, otros pié a tierra, pié a barro, rodilla a charco, etc…lo que constituye un excelente ejercicio de entrenamiento para las diferentes disciplinas que practican.

Una vez arriba, el espacio se abre en verdes praderas que proyectan su colorido dentro de los entusiasmados ojos de los jinetes que brillan intensamente empapados de una euforia a duras penas contenida. Los caballos comienzan a retrotar nerviosos ante la perspectiva inminente de la rienda suelta al deseado galope y, de pronto, a una señal del jefe, los caballos saltan, el paisaje parece querer penetrar de golpe en la cabeza a una velocidad endiablada, el viento azota los rostros y la ropa, los músculos en tensión y las gargantas lanzando agudos gritos al aire, mientras la adrenalina se dispara empapando hasta la última neurona.

Así una galopada tras otra, interrumpidas por oportunos trotes y pasos en formación, dejando atrás manadas de caballos y rebaños de vacas y ovejas, vamos llegando al lugar elegido para dar cuenta de nuestro reparador y surtido almuerzo. Es de nuevo el momento mas entrañable de convivencia en el grupo, vuelven las chanzas, el intercambio de sensaciones y experiencias, la hora en que el centauro descubre al ser humano. También es el momento de atender a nuestros socios de equipo, se comprueba el estado de las herraduras, se tratan con agua los posibles golpes de calor debidos a la alta temperatura, se les mima…

Y de nuevo, tras un par de horas de descanso reanudamos la marcha por las orillas de los acantilados mientras majestuosos buitres planean a muy pocos metros de nuestras cabezas en piruetas de acrobacia aérea que observamos con la boca abierta sobrecogidos en una mezcla de recelo y admiración.


La tarde avanza mientras nosotros bordeamos el Balcón de Pilatos, impresionante acantilado bajo el que se produce el nacimiento el río Urederra, que no se llama así por casualidad sino por la vistosidad cromática de sus aguas de color levemente turquesa.

Cuando el camino comienza a descender en estrecha y pedregosa pendiente, el buen juicio aconseja ponernos a caminar al lado de nuestro querido compañero equino con quien, binomio a binomio, realizamos la costosa y sacrificada bajada hacia el horneado valle que a modo de forja iba haciendo mella en nuestra, hasta entonces, indómita determinación. El silencio se apoderó entonces del grupo, que en hilera se estiraba, hasta unos 100 metros. Silencio acompasado por el golpeo de los cascos con las rocas y roto habitualmente por las ininteligibles conversaciones entre las parejas: uuoooohhhhhh!, ¡Chate pallá que me pisas!, ¡vale, vale!, theeeg tehhg, soooooohhh, ¡meca…chisss!.....

Como aunque sea tarde, todo llega a su fin y no hay mal que 100 años dure ni cuerpo que lo resista, al cabo de tres cuartos de hora de intenso sufrimiento llegamos al bonito pueblo de Bakedano, de cuyo bar sacamos al exterior unas heladas jarras de cerveza con gaseosa entre cuyos refrescantes efluvios no tardamos en recuperar ánimos y sintonía y con ellos la palabra inteligente que durante los minutos anteriores se había negado a acudir a nuestra boca.

Tras refrescar a los caballos en el abrevadero y obsequiar con un breve paseo a lomos de los caballos guiados a todo infante que en buen número se acercó atraído por la belleza de los animales, el exotismo de los jinetes y lo inusual de tal concentración ecuestre, nos dirigimos en un leve paseo al trote hasta nuestro ya próximo destino, Zudaire, en donde nos esperaban las asistencias con el coche de apoyo que trasladó nuestros equipajes hasta el hotel donde pasaríamos la noche.

Después de la prioritaria atención debida a nuestros caballos, nos dirigimos a nuestros aposentos donde con una deseadísima ducha nos desprendimos de ropa y suciedad y yo de las botas camperas que para mi desconsuelo había estrenado en esta jornada y que con absoluta desesperación había visto incrustarse en la piel de mis pies a lo largo de aquella interminable bajada.

La satisfacción mas profunda dominaba a todos los miembros del grupo que sentados alrededor de la larga mesa del comedor nos disponíamos a cenar entre felicitaciones mutuas, parabienes, comparaciones, chascarrillos e historias traídas a colación a veces por los pelos pero que amenizaron junto con chistes nuevos y viejos la velada que luego se alargó al frescor nocturno del porche exterior del hotel hasta la hora, no muy avanzada, que consideraron prudencial nuestros maltratados cuerpos, de retirarse a descansar.

A la mañana siguiente, limpios, descansados y con renovados ímpetus, una vez atendidos y enjaezados nuestros caballos y tras un frugal desayuno, nos dispusimos a iniciar el camino de vuelta con alguna ligera variación sobre el realizado el día anterior a la inversa.

De nuevo las, no por ya conocidas menos esperadas, sensaciones. De nuevo los maravillosos paisajes, los saludos a los excursionistas, las escenas con los garañones protegiendo sus manadas de yeguas, las vacas, las ovejas; los trotes largos, intensos y rítmicos; los galopes ahora cortos, ahora controlados, ahora tendidos; los esfuerzos, pie a tierra subiendo monte a través; las aves, mudos testigos de nuestras hazañas; el sol y el aire en la piel; la comunión con nuestras monturas; la naturaleza en maravillosa sobredosis corriendo por nuestras venas…

Y de nuevo estamos en el lugar de partida, dos días mas viejos, con 48 horas mas de experiencia a caballo, cansados pero orgullosos, conscientes de haber sido protagonistas de una aventura que no se vive todos los días, con multitud de anécdotas y sucedidos que estamos deseando contar a nuestro entorno particular, con vivencias intensas pero no irrepetibles, porque si para algo faltó tiempo cuando llegamos a las instalaciones de Caballerizas Bikuña fue para fijar la fecha de nuestra próxima salida ecuestre: el 30 de Agosto. ¡Volveremos!

Estáis invitados. Nos vemos.

Cowgizon.


Fotos de Alfredo Lizarralde.

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Más fotos de Alfredo

Fotos de Jordi

Fotos de Susana

Nieve en los bosques y campas de Urbasa

Desde hace más de diez años, un grupo de amigos ya veteranos de las marchas a caballo subimos regularmente todos los meses desde las Caballerizas Bikuña (Álava) a pasar todo el día cabalgando por los bosques y praderas del Parque Natural de Urbasa-Entzía.

Para los que conocen la zona, son amantes de la naturaleza y aficionados a los caballos, no es necesario insistir en las sobredosis de disfrute total que nos metemos en cada salida. Claro que la calidad de los caballos de Lorenzo y el formidable ambiente del grupo también ayudan... Además, en el último año se ha incorporado al grupo "savia nueva", que comparte con los veteranos la pasión por las cabalgadas en los bosques y que aportan nuevas dosis de alegría y "marcha".

Durante tantos años, en nuestras travesías por los hayedos y campas del citado parque, hemos disfrutado de los paisajes más variados siguiendo las diferentes estaciones del ciclo anual. Particularmente, al movernos por encima de los mil metros, nos hemos enfrentado a varias nevadas y en diferentes situaciones, algunas veces comprometidas, pero siempre disfrutando de sugestivos y sorprendentes paisajes.






El pasado 29 de abril, después de unos días de nieve y frío, salimos de Bikuña una docena de jinetes para subir a la zona de Legaire con la ilusión de perdernos en los bosques nevados (experiencia nueva para algunos) y con el aliciente de un sol radiante... La realidad superó las expectativas de todos.

¡Qué sensaciones! El ruido sordo de los cascos amortiguado por la capa de nieve virgen debajo de las hayas... Las rocas cubiertas de musgo brillante emergiendo de la nieve... Los arroyos desbordados por el deshielo... Las balsas de agua cristalina en las praderas, que atravesábamos en divertidos galopes... y todo ello con la luminosidad de un reconfortante sol primaveral...

Todo esto, unido a la alegría y a la compenetración del grupo, me permiten decir que fue el día más estimulante y "redondo" de los que he disfrutado con nieve y a caballo.

Llegará el buen tiempo, los hayedos se cubrirán de hojas, los espinos florecerán y las yeguadas salvajes alegrarán las campas de Legaire. Volverá el otoño y la explosión del colorido de los árboles... pero nuestra anterior salida por la nieve seguirá siendo una de las mejores de la década.

Michel

Fotos de Michel y Alfredo

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Instalaciones

  • Guardarnés.
  • Pista de 70 x 30 m.
  • Prados de descanso.
  • Albergue (23 Personas).
  • Vestuario y duchas.
  • Aula.
  • Comedor.
Contamos con una infraestructura adecuada a las necesidades del caballo y del jinete, con boxes para 35 caballos, prados de descanso, pista de trabajo, albergue, comedor y zona recreativa. Además disponemos de personal apropiado para atender las necesidades de grupos de todas las edades.


Actividades:
  • Cursos de equitación.
  • Cursos de iniciación.
  • Cursos de perfeccionamiento.
  • Rutas a caballo.
  • Vacaciones a caballo.
  • Jornadas familiares.


Donde estamos

Caballerizas Bikuña está situada en un pueblecito (Bikuña) ubicado en la Llanada Alavesa, entre las sierras de Entzia, Urbasa, y Urbía. Naturaleza en estado puro. Este entorno tan especial hace de nuestros paseos a caballo experiencias muy gratificantes e inolvidables.


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